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  • Foto del escritorDiego Da Costa

'Nación salvaje': Caza de brujas del siglo XXI

Sam Levinson llega a los cines con su segundo largometraje: Nación salvaje. El joven realizador se estrenó en la gran pantalla con Another Happy Day y fue guionista también en The Wizard of Lies. Este nuevo proyecto del director ha estado presente en dos festivales reconocidos por el gran público: En el prestigioso Festival Internacional de Cine de Sitges, nominada en la sección oficial de género fantástico y en el Festival Internacional de Cine de Toronto. En España se estrena este 29 de marzo.



Ficha Técnica

Título: Nación salvaje Título original: Assassination Nation


Reparto: Odessa Young (Lily) Abra (Em) Suki Waterhouse (Sarah) Hari Nef (Bex) Danny Ramirez (Diamond)


Año: 2018 Duración: 108 min País: Estados Unidos Director: Sam Levinson Guion: Sam Levinson Fotografía: Marcell Rév Música: Ian Hultquist Género: Comedia Distribuidora: Versus Entertainment



Cultura pop

Nación salvaje llega con ganas de reivindicar nociones de la sociedad y de la cultura de Internet de una manera crítica, pero sin hacerlo desde el prisma de la seriedad y con un discurso moralizadora. En sus primeras secuencias, pone en contexto toda esa vorágine alocada que se verá en el desenlace del film y permite al espectador empatizar con ese famoso pueblo llamado Salem. Como análisis de la decadencia de la juventud, y por ende de la propia sociedad, se muestra al público cuatro protagonistas que podrían ser perfectos iconos de la cultura pop de esta década del siglo XXI. Jóvenes sin miedo a expresarse, pero que pecan en ocasiones de ser excesivamente explícitas, aunque abriendo el debate de quién debe juzgar ese nivel de socarronería. Se puede ver como la cultura del “gossip” sigue siendo el gran aliado de las grandes masas.


Otra de las vertientes y sus intenciones más claras es el feminismo. De forma directa y sin pelos en la lengua, sus propias protagonistas se autoproclaman feministas y con ello, muestran la percepción de situaciones en la juventud que caen en el micromachismo interiorizado. Desde el intro de aviso de contenido sensible, hay una esencia moderna y con ganas de pasarlo bien, pero con un mensaje con fuerza. Series como 'Black Mirror' lo realizan desde un prisma con un acabado más elegante, pero introducir la fiesta, el descontrol, el gore, la locura... Hace que sea un esquema juvenil, ya visto anteriormente, pero llevado con buen gusto. Menciones a directoras como Nancy Meyers, Anonymous, cómo ser una lolita... convierten este film en un homenaje a esa cultura incómoda que hay en la actualidad. Bienvenidos a la era digital sin pelos en la lengua.



La enfermedad del "Like"

Lo que convierte a Nación salvaje en algo distinto a otras películas de este género irreverente es la capacidad de hacer algo inverosímil en creíble. El paralelismo con las propias brujas de Salem, hace que se vea como el guion ha creado una construcción en la que la obsesión y el linchamiento público no es algo de hace siglos. Se puede ver en su estructura cierto aroma al género kitsch, a ese mundo de Internet que puede ser capaz de destrozar vidas con un solo click. Plantea la pregunta de si estamos tan lejos de ese mundo, salvando las distancias, de filtraciones y lo que pueden hacer.


Por otro lado, la estética se ajusta a un cine no convencional, sin reglas y con una hipersexualización que la convierte en visualmente pornográfica. No falta ningún ingrediente para ser incómoda, blasfema y viperina, pero eso lo saben y han sabido hacer de ello, una virtud. El hilo musical encaja con esas escenas de desinhibición. La mezcla de pantallas de móviles, de descargas, de ruedas de prensa... Una puesta en escena que no destaca por tener una dirección artística que vaya a dejar huella, pero dibuja a la perfección el mundo del descontrol.


Sobre las actuaciones, Odessa Young, Suki Waterhouse, Hari Nef y Abra forman un grupo que encaja perfectamente, con una sinergia que acaba recayendo el peso en Young y Nef. Nef es toda una revelación como Beck, no solo por su humor ácido y su expresión hater, sino por la visibilidad del colectivo transexual de una manera natural. Sin embargo, cabe mencionar que aunque es una costumbre muy hollywodiense poner actores de casi 30 años como jóvenes de 18, no chirrían en exceso, pero sí se vuelve en su contra en alguna ocasión.



Histriónica, pero ¿realista?

La gran baza de Nación salvaje es que no tiene la apariencia de poder ser tomada en serio, pero su discurso y su composición narrativa sabe manejarse dentro de una idiosincrasia que capta la atención del espectador y merece ser escuchada. Al igual que hiciese Harmony Korine con su Spring Breakers, lo que podría ser una comedia adolescente americana, la convierte en una película con buen ritmo, una buena sesión de sinsentidos que acaban conectándose con coherencia en una universo grotesco, pero no molesto. La crítica social está en cada uno de los personajes que se presenta, ninguno perfecto, todos con algo que ocultar. Esto es lo que hace que sea todavía más atractivo y le ha permitido a esta cinta crear un mundo donde todo puede ocurrir. No faltan los momentos de fantochería que no tienen otra razón que entretener, pero son alivios cómicos que funcionan bastante.


Critica desde el punto de vista en el que lo hace, porque no pretende ser un referente del cine elevado. No es una película mala, que termina convirtiéndose en buena por lo terrible que es, sino que ha sabido utilizar sus flaquezas para convertirlas en virtudes. Un ritmo muy bien coreografiado, que crea un frenesí en el momento exacto y llega a un final en el que solo queda disfrutar de la mamarrachada que se está viendo en pantalla. La venganza teñida de rojo, literalmente, que hace inevitable no soltar varias carcajadas durante su desenlace. Lo único que no termina de funcionar es el discurso del final, que lejos de seguir la esencia del film, peca de convertirse en las palabras perfectas, para el momento perfecto. Cae en la trampa de ser aleccionador.



Conclusión

Nación salvaje es una película irreverente, mal hablada e histriónica, pero que tiene mucha verdad en su discurso crítico de la enfermedad de la sociedad. Un ritmo trepidante, escenas disparatadas, pero una coherencia en su guion que permite que sea un entretenimiento muy curioso y digno de escuchar. Cuatro protagonistas que hacen de este aquelarre su oportunidad de exhibirse interpretativamente y así lo hacen. Un mensaje claro, directo y necesario en estos tiempos. Habla de feminismo, hipocresía social, los peligros de Internet, pero sin dejar de lado su naturaleza descarada. Una americanada políticamente incorrecta que funciona y va más allá del puro entretenimiento banal.

Artículo publicado originalmente en Cinemagavia. Puedes leerlo aquí.

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