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  • Foto del escritorDiego Da Costa

'El emperador de París': La realeza de los bajos fondos

Jean-François Richet dirige el biopic de François Vidocq, primer director de la Seguridad Nacional de Francia. Vuelve a colaborar con Vincent Cassel, uno de sus actores fetiches, reflejada en la filmografía del realizador. En los premios César de 2019 fue nominada en las categorías a mejor vestuario y a mejor diseño de producción, aunque no consiguió alzarse con el galardón. El emperador de París en cines el 26 de julio en España.



Ficha Técnica 

Título: El emperador de París Título original: L'empereur de Paris


Reparto: Vincent Cassel (François Vidocq) Patrick Chesnais (Henry) August Diehl (Nathanaël) Olga Kurylenko (La Baronesa) Denis Lavant (Maillard)


Año: 2018 Duración: 112 min País: Francia Director: Jean-François Richet Guion: Eric Besnard & Jean-François Richet Fotografía: Manuel Dacosse Música: Marco Beltrami & Marcus Trumpp Género: Histórico Distribuidora: Selecta Visión



La decadencia francesa

El emperador de París comienza con una escena que recuerda a esos filmes históricos de corsarios, maleantes y venganzas, pero pronto, se reconducirá hacia una cinta autobiográfica densa y pausada. El film de Jean-François Richet establece la línea narrativa que se puede dividir perfectamente en dos episodios y un epílogo, que sirve de antesala de la relación entre François Vidocq, Nathanäel y Maillard. El principal problema que se presenta en el guion es la primera parte que transcurre de una manera excesivamente tranquila. Hay tanto detalle de relaciones y nombres que se pierde el foco de atención. Por lo tanto, hay una divagación algo difusa sobre las vivencias de Vidocq, creando más que misterio sobre su figura, una confusión en el espectador que puede jugar en su contra. Hace evidente los lazos que unen a los distintos personajes.


Sin embargo, sabe conectar con el evento que marcará la vida de este personaje histórico. Lo hace de una manera sugerente y sin ánimo de endiosar su figura, un acierto. La segunda parte, en cambio, es un ejercicio cinematográfico satisfactorio. Un ritmo ágil, dramatismo que permite conectar con lo que ocurre en escena, creación sentimental entre los personajes. Se ahonda más en el espíritu vivo de la historia. Es cierto que es ayudado por los trágicos sucesos que sufre Vidocq, pero saben aprovecharlo para remontar el film. Lo que podría haberse quedado como un largometraje regular, consigue crear atención en el público y remonta hacia una película interesante. Tal vez, hubiera sido interesante aprovechar el metraje hacia un guion más dinámico o acortar la duración para hacer más ligero el resultado. Es importante subrayar el paralelismo de la figura del Emperador entre Napoleón y los bajos fondos.



Escuadrón suicida

Vincent Cassel se encarga de dar vida a Vidocq en El emperador de París. El actor ya consagrado en la industria cinematográfica internacional dota de carácter a su versión del primer agente de la Seguridad Nacional. Se puede percibir que se encuentra cómodo en el papel y tiene una naturalidad que se come cada escena en la que aparece en pantalla. El lenguaje no verbal, la gestualidad, la sensualidad y el magnetismo hacia el público. Desgraciadamente, no se puede lucir de forma brillante en la primera parte por la densidad del guion. Pese a ello, da un trabajo actoral muy válido. Cassel es el encargado de capitanear el escuadrón de la redención, el que destacan sobre todo Freya Mayor como Annette y James Thierrée como el duque. Mayor tiene una inocencia y sensibilidad de aplaudir, mientras que Thierrée encierra una de las tramas más emotivas. Duro, pero con corazón.


Por otro lado, Patrick Chesnais, August Diehl, Olga Kurylenko y Desni Lavant completan el reparto principal del film. Destacar sobre todo el trabajo interpretativo de Lavant: consigue que el público deteste el personaje con esa maestría de reflejar la soberbia, el poder viciado y la violencia. Luego, Diehl tiene ese atisbo de príncipe destronado y frustrado, que se convierte en la pesadilla de la que tanto huía. Aunque hay que comentar que Diehl hay ciertas partes que se pierde en su frialdad, remontándolo en las secuencias posteriores. Kurylenko no brilla en este film, siendo un personaje sobre todo circunstancial. Su actuación no es impresionante y únicamente se luce de forma estética. Una pena. Por último, Chesnais sirve de enlace entre los dos mundos y ofrece un resultado interpretativo notable. Tiene una presencia escénica que se acopla muy bien a la fuerza de Cassel.



La redundancia del poder

A nivel técnico El emperador de París sigue una línea muy cercana a las superproducciones hollywoodienses de época. Grandes planos generales con una construcción espacial asombrosa. Una planificación en la dirección fotográfica importante. El problema es que no construye un sello de identidad del propio realizador, por lo que queda mermado el resultado final. Además, hay cierto aroma a redundancia que podría caer en cierto egocentrismo técnico y visual. Pese a ello, hay que subrayar el buen trabajo artístico que hay en el film. Plasman a la perfección la Francia de Napoleón y los bajos fondos de la París de entonces. Un homenaje a la Ciudad de las Luces que permite al espectador visualizar dicho momento histórico con una verosimilitud muy conseguida. Se aleja de la pomposidad con la que se suele mostrar la historia francesa, para acercarse más a la gente sin pedigrí noble.


Los colores y la iluminación elegidas parten desde una gama más apagada y oscura, evocando a la naturaleza enturbiada y sucia de la sociedad criminal. Estos elementos dan mayor realismo al proyecto y no chirrían con la propia esencia del film. La banda sonora de la película ha sido seleccionada de una forma muy elegante y que consigue juntar los engranajes estéticos. Sabe colocarse en el momento adecuada para dar mayor dramatismo y vida a la acción. Otorga verdad a lo que se está viendo y refuerza su mensaje. Al ser una cinta algo irregular, en ciertos momentos que podrían ser catastróficos, permite que no caigan en el abismo. Por lo cual, aunque no haya una identidad propia, técnicamente está muy conseguida y cuida ciertos detalles que consiguen meter más al espectador en la historia. Un trabajo muy profesional de parte del equipo técnico que es de valorar.



Conclusión

El emperador de París es una película irregular que consigue un buen colofón final. Culmina con la instalación del sentimiento, la emoción y el dinamismo en escena, que contrasta con la templanza y el exceso de pausa de su primera parte. Un guion que no digiere bien los orígenes de Vidocq y se centra en detalles que confunden al espectador sobre el foco de atención. Un Vincent Cassel más que acertado, se come la pantalla. Un reparto coral que realiza una buena labora, aunque con resultados dispares. No todos consiguen brillar por la falta de profundización del libreto.


El guion cae en un ritmo no constante que termina con un resultado interesante pero no brillante. Técnicamente muy buena, pero sin identidad propia. Una película que obtiene un buen resultado en su segunda parte, pero que acaba sentenciada por una primera que no ha sabido jugar sus bazas positivamente. El difícil poder de saber qué elegir en los biopic históricos y no haberlo podido discernir correctamente. Un emperador que no acaba siendo coronado.

Artículo publicado originalmente en Cinemagavia. Puedes leerlo aquí.

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